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In Memoriam MIGUEL ALVAREZ DEL TORO (1917-1996) Nació en la ciudad de Colima, Colima, el 23 de agosto de 1917. Su infancia y sus primeros estudios los realizó en su natal estado. Proveniente de una familia de terratenientes, su primera escuela de Biología fue el campo, donde se le desarrolló el germen de la Historia Natural, en particular de la Zoología, que ya traía "posiblemente desde antes de nacer", como él mismo decía. Prácticamente todo su tiempo libre lo dedicaba a la observación y colecta de muy diversos animales, pero algo que siempre lo frustró fue la dificultad para preservarlos como especímenes; experimentó con diversos métodos y materiales, pero siempre con más fracasos que éxitos. Su situación cambió radicalmente cuando su familia perdió sus tierras y se vio refugiada en la ciudad de México. Supuestamente su estancia sería temporal pues había planes para radicar en Argentina, lo cual nunca sucedió. El hecho es que los días se hicieron meses, los meses años y este estado de inestabilidad motivó que Miguel no continuara sus estudios profesionales. Muy aficionado a la lectura, siempre revisaba las listas de libros que aparecían en los periódicos, hasta que un día encontró una nota de un libro español titulado Manual de Taxidermia de Luís Soler y Pujol. Una vez en su poder y después de leerlo varias veces, inició la práctica que lo llevaría a dominar el arte de la conservación de animales. Por esos días en su casa se limpió un cuarto lleno de muebles viejos y en un baúl encontró un libro de Zoología, de Odón de Buen. Después de la naturaleza, estos dos libros fueron sus primeros maestros de Historia Natural: uno le enseñó la forma de conservar a los animales y el otro, las bases de la clasificación y el estudio monográfico de los mismos. En ese tiempo, hacia 1938, en la entrada del Bosque de Chapultepec se estaba organizando un museo con grandes planes futuros, el Museo de la Flora y la Fauna Nacionales, dependiente del Departamento Autónomo Forestal y de Caza y Pesca. Como la estancia en la ciudad de México se prolongaba, acudió Miguel al mencionado museo en busca de trabajo, obteniendo una plaza de peón a lista de raya comisionado al taller de taxidermia. La falta de apoyo para realizar su trabajo le llevó a disponer de mucho tiempo libre, el cual utilizó para leer sobre zoología y para estudiar inglés, convirtiéndose en autodidacta en ambas cosas. La vida a veces da vueltas y una serie de circunstancias hicieron que Miguel se convirtiera, de la noche a la mañana, de mozo en subdirector del museo donde laboraba. En 1941 el Departamento Autónomo Forestal y de Caza y Pesca desapareció al constituirse la Secretaría de Agricultura y Ganadería. El museo quedó sin director, sin apoyo y Miguel devuelto a su categoría de mozo. Ante esta situación, desanimado, decidió dejar el museo. Desempleado y sin una ocupación fija, repartía su tiempo en constantes visitas al Museo Nacional de Historia Natural, también conocido como Museo del Chopo, y otras veces, las menos, al Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus visitas al Instituto de Biología frecuentemente terminaban en discusiones con algún investigador, sobre la biología o taxonomía de una especie, pero frecuentemente se sentía menospreciado por carecer de estudios universitarios. Posiblemente desde entonces nació en él un cierto sentimiento de rechazo hacia los biólogos "de ciudad", con mucha teoría y poca práctica. Una de sus primeras actividades formales de campo fue la preparación de una pequeña colección de aves de varias localidades cercanas a la ciudad de México, la cual le fue solicitada por la Academia de Ciencias de Filadelfia. Con el dinero obtenido y la solicitud de más ejemplares de áreas remotas, decidió organizar una expedición al Istmo de Tehuantepec, una región verdaderamente remota en aquel tiempo. Esta excursión que casi le cuesta la vida, también le proporcionó su primera experiencia en un bosque tropical prácticamente virgen. En los tiempos en que visitaba el Museo del Chopo, también lo hacia el doctor Rafael Pascacio Gamboa, entonces Gobernador del Estado de Chiapas, quien llevaba algunos animales para que se los disecaran. En esas visitas, el doctor Pascacio Gamboa instaba a los empleados del museo para que se fueran a trabajar con él en un museo que el Gobierno estatal deseaba crear. Nunca coincidieron en sus visitas, por lo que Miguel se enteró de dichos planes a través del periódico y de inmediato envió su solicitud para la plaza de técnico y taxidermista que se ofrecía. Así, en 1942, llegó a Chiapas el joven Miguel, vestido "con toda la pedantería de la juventud: ropa verde militarizada y sarakof en la cabeza". Para el común de la gente de la ciudad de México de aquel entonces el Estado de Chiapas significaba un lugar salvaje, cubierto de selvas, animales peligrosos e indios que tiraban flechas; pero para un naturalista de corazón, llegar a Chiapas significaba "llegar al paraíso". A su llegada a Tuxtla Gutiérrez se puso a las órdenes del Profesor Eliseo Palacios y su primera impresión fue de decepción, pues el museo era sólo el deseo del gobernador y aún no existía ni un local para albergarlo. Una vez conseguido un lugar y obtenido los primeros ejemplares, nació formalmente el museo a fines de 1942 con el nombre de Viveros Tropicales y Museo de Historia Natural. Una de las primeras actividades a realizar era la búsqueda de animales, tanto para el museo como para el futuro parque zoológico. No era necesario ir lejos, en ese tiempo Tuxtla Gutiérrez era un pequeño pueblo tranquilo y a escasos dos kilómetros ya se encontraban venados, chachalacas, pumas y ocasionalmente hasta algún jaguar. Un triste acontecimiento vino nuevamente a cambiar radicalmente la vida de Miguel: la repentina muerte del profesor Palacios a fines de 1944. Ante esta situación, el aún gobernador Pascacio Gamboa decidió nombrarlo director de la institución "con el mismo sueldo y ocupación que ya tiene". A partir de este momento "empezaron sus amarguras" para mantener vivo el incipiente instituto, pero lo logró y siguió haciéndolo hasta el último día de su existencia física. Miguel Alvarez del Toro fue director del Instituto de Historia Natural del Gobierno del Estado de Chiapas a lo largo de 52 años. Durante este largo período de actividad científica como zoólogo autodidacta, conformó una gran obra de reconocimiento internacional en beneficio del conocimiento y conservación de la biodiversidad del estado y por supuesto de México. Fue miembro de las siguientes sociedades científicas: Sociedad Mexicana de Historia Natural (Socio Numerario, 1939), American Ornithologists' Union (Fellow, 1947), Cooper Ornithological Society (Elective Member, 1948), Herpetologists' League (Fellow, 1949), Turtle and Tortoise International Society (Miembro Numerario, 1969), International Crocodilian Society (Miembro Numerario, 1971), Grupo de Especialistas en Primates (Species Survival Comission, IUCN), Grupo de Especialistas en Aves Rapaces (SSC, IUCN), Sociedad Mexicana de Ornitología (Miembro Honorario), Sociedad Mexicana de Zoología (Miembro Honorario). Recibió alrededor de 30 premios y condecoraciones, entre las que destacan los siguientes: en 1952 recibió el "Premio Chiapas", otorgado por el Gobierno del Estado por su contribución al conocimiento de los animales silvestres; en 1977 The American Association of Zoological Parks and Aquariums le otorgó un diploma de reconocimiento por su trabajo en pro de la conservación de los cocodrilos; en 1985 recibió la medalla "Alfonso L. Herrera" al Mérito en Ecología, otorgada por el Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables y la Federación Ecologista Mexicana; en 1989 recibió un "Reconocimiento al Mérito Ecológico y la Conservación", otorgado por la Sociedad Zoológica de Chicago; también en 1989 recibió el premio "Paul Getty" para la Conservación de la Naturaleza, otorgado por el World Wildlife Fund; en 1992 fue seleccionado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) para formar parte de The Roll of Honour for Environmental Achievement; en 1992 recibió el título de Doctor Honoris Causa por el Colegio de Postgraduados de la Universidad Autónoma Chapingo y nuevamente, en 1993, por parte de la Universidad Autónoma de Chiapas. Entre múltiples distinciones de que fue objeto, en 1977 se inauguró el Laboratorio de Fauna Silvestre "Miguel Alvarez del Toro", en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México; en 1980 el Gobierno del Estado de Chiapas determinó que el parque zoológico del Instituto de Historia Natural llevara por nombre "Zoológico Regional Miguel Alvarez del Toro", ahora conocido como ZOOMAT. Como un reconocimiento a su contribución en el campo de la Zoología, le fueron dedicadas diversas especies y subespecies de animales: Heloderma horridum alvarezi Martín del Campo y C.M Borget, 1956; Pulex alvarezi A. Barrera, 1958; Piranga bidentata alvarezi A.R. Phillips, 1975; Lepidophima alvarezi H.M. Smith, 1975; Dismorphia crisia alvarezi J. de la Maza y R. de la Maza, 1984; Troglopedetes toroi José G. Palacios-Vargas, 1985; Nototriton alvarezdeltoroi T.J. Papenfuss y D.B. Wake, 1987; Coniophanes alvarezi J.A. Campbell, 1990 y Anolis alvarezdeltoroi Adrián Nieto Montes de Oca, 1996. Miguel Alvarez del Toro fue autor de siete libros y coautor de otros dos: LOS ANIMALES SILVESTRES DE CHIAPAS, 1952, publicado por el gobierno del estado; LOS REPTILES DE CHIAPAS, con una primera edición en 1960 y la tercera en 1982, publicado por el gobierno del estado; LAS AVES DE CHIAPAS, con una primera edición en 1971 y la tercera actualmente en prensa en la Universidad Autónoma de Chiapas; LOS CROCODYLIA DE MEXICO, editado en 1974 por el Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables; LOS MAMIFEROS DE CHIAPAS, con una primera edición en 1977 y una segunda en 1991; ASI ERA CHIAPAS, con una primera edición en 1985 por la Universidad Autónoma de Chiapas y una segunda, en 1990, bajo el auspicio de la Fundación MacArthur; LAS ARAÑAS DE CHIAPAS, 1992, editado por la Universidad Autónoma de Chiapas; CHIAPAS Y SU BIODIVERSIDAD, 1993, editado por el gobierno del estado; COMITAN, UNA PUERTA AL SUR, 1994, editado por el gobierno del estado. Fue autor también de 74 artículos, tanto científicos como divulgativos, publicados en diversas revistas como The Auk, The Condor, Herpetologica, ICACH, México Forestal, International Zoo Yearbook, Journal of Herpetology, Oryx y Animal Kingdom. Una gran parte de su obra escrita estuvo dirigida a la ornitología, pero también incluyó a los reptiles y los mamíferos, tratando los temas más variados. Algunos títulos sobresalientes son: Striped horned owl in southern Mexico The english sparrow in Chiapas New records of birds from Chiapas, Mexico Notulae Herpetologicae Chiapaseae I A note of the breeding of the mexican tree porcupine (Coendou mexicanus) at Tuxtla Gutierrez Zoo El último turquito Construcción y mantenimiento de un acuario escolar Situación actual de los crácidos de Chiapas Además de su obra escrita, es importante hacer mención sobre su obra en el campo de la conservación biológica. Durante sus 52 años al frente del Instituto de Historia Natural luchó incansablemente por la conservación de la biodiversidad del Estado de Chiapas. Gracias a su labor, actualmente este estado cuenta con un sistema de áreas naturales protegidas, algunas administradas por el propio instituto, como El Ocote, El Triunfo, La Encrucijada y La Sepultura. El parque zoológico de Tuxtla Gutiérrez, el ZOOMAT, es uno de los mejores en América Latina y presenta algunas características que lo hacen único: sólo se exhibe fauna estatal, su colección incluye también invertebrados y los animales se encuentran en un ambiente natural, modificado lo mínimo necesario. En el ZOOMAT se exhiben especies poco comunes en cautiverio, como el quetzal, y se desarrolla una muy activa e importante labor de educación ambiental a todos los niveles. Miguel Alvarez del Toro no realizó estudios universitarios, no impartió clases, no dirigió tesis, ni fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Le bastaron una enorme capacidad de observación, una memoria privilegiada y una mente abierta para construir una obra que ha merecido el reconocimiento internacional, mostrando que lo que vale en la vida son los hechos, no los títulos. Miguel Alvarez del Toro dejó de existir físicamente en la noche del 2 de agosto de 1996; de acuerdo con su voluntad, su cuerpo fue cremado y sus cenizas reintegradas a la tierra en la reserva El Ocote. Para todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo y convivir con él siempre será Don Miguel. Marcelo Aranda. Instituto de Ecología, A.C. Depto. de Ecología y Comportamiento Animal. Apdo. Postal 63, CP 91000 Xalapa, Veracruz, MEXICO Este texto es reproducido con la autorización del editor de Acta Zoológica Mexicana. Nueva Serie, el M. en C. Pedro Reyes Castillo. Fuente: Aranda, M. 1997. In Memorian. Miguel Álvarez del Toro (1917-1996). Acta Zool. Mex. (n.s.) 71: 71-76. Fotografía proporcionada por Eduardo Morales Pérez. |
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